2005-07-24 ¿MONOPOLIZAR O CONSERVAR EL IBERA?. DOUGLAS TOMPKINS. EL DUEÑO DE LA POLÉMICA.
El multimillonario estadounidense, que todos sospechan está detrás de una maniobra monopolizadora a gran escala con los Esteros del Iberá, ya cuenta con 205 mil hectáreas en la reserva natural. Invirtió millones de dólares en la Patagonia argentina y chilena para resguardar su condición silvestre. Radiografía del terrateniente más polémico.
105 mil hectáreas de campos y lagunales en la zona de Perugorría, de las cuales 20 mil pertenecen a plantaciones de pinos; 60.000 hectáreas de superficie ubicada en el medio de los Esteros del Iberá; 40 mil hectáreas que estaban en manos del Grupo Blaquier propietarios de la Azucarera Ledesma, hacen un total de 205 mil hectáreas compradas en Corrientes. Es la carta de presentación del norteamericano Douglas Tompkins.
El "magnate" estadounidense, un idealista en la conservación de ambientes naturales en diversas partes del mundo a través de la inversión de abultadas sumas de dólares, es el hombre más cuestionado actualmente por los productores agropecuarios correntinos: las sospechas de su oscura presencia en el Plan de Manejo de la Fundación Ecos para darle un uso sustentable al humedal que alberga el agua dulce más preciado del planeta, ha generado gran polémica por sus "ambiguos intereses" con aromas colonizadores.
Las razones para la afirmación sobran: la compra de amplísimas tierras de condición natural, en la Patagonia argentina y el Sur de Chile, son algunos ejemplos de cómo este filántropo utiliza su dinero para invertir en propiedades con aparentes fines de resguardarlas y crear ámbitos naturales de preservación. Pero nunca quedan claros sus fines últimos.
Según la información aportada por fuentes confiables, del patrimonio de 200 mil hectáreas con que cuenta Tompkins en el Iberá, la mitad se hallan dentro de los humedales, incluyendo una isla en medio de los esteros donde nace el río Corrientes.
La otra mitad formaba parte de los activos de la ex Pecom Forestal. Toda la enorme superficie se halla habitada por una valiosa fauna igualmente bajo riesgo de extinción, entre cuyas especies figuran el ciervo de los pantanos, venado, aguará guazú, el lobito de río, yacarés negro y overo, carpinchos, variedades de monos y alrededor de 350 aves identificadas por los especialistas. La reserva natural se mantiene sin irrupción humana, aseguran.
Pero una empresa llamada Patagonia Land Trust es dueña de 100.000 hectáreas en los Esteros del Iberá que pertenecían a la familia Blaquier. Tompkins adquirió otras 100.000 hectáreas en Corrientes y 4.000 en el Delta del Paraná, cuyo dueño era el empresario Gregorio Pérez Companc, por las que pagó 15 millones de dólares. Las tierras serían administradas por DRT Investment LLC y Vacas LLC, dos empresas que serían digitadas por el magnate norteamericano, y que habría comprado junto a su esposa.
Hace dos años se creó la fundación Patagonia Land Trust (PLT), cuya directora es Kris Tompkins, esposa de Douglas Tompkins. Se trata de una estructura privada dedicada a comprar tierras que luego destina a la conservación del medio ambiente.
La historia -que está envuelta por una gran polémica- comenzó en la década del 80 cuando la pareja norteamericana crea una extensión de la empresa en Chile.
El objetivo fue poder concretar el proyecto de protección privada del bosque Pumalín. Para ello el matrimonio fue comprando tierras hasta totalizar 300.000 hectáreas en Chile, ubicadas a la altura de la provincia argentina de Chubut.
El principal emprendimiento en Argentina es Monte León. Se trata de 62.750 hectáreas en la costa de Santa Cruz. Con la intervención de la Fundación Vida Silvestre -que actuó como entidad puente- Patagonia Land Trust donó esas tierras al Estado con la condición que allí se establezca un Parque Nacional.
Pero Tompkins no se quedó quieto y compró también las propiedades cercanas a Monte León. Se trata de las estancias El Rincón y Dor-Aike. Asegura que propondrá a las autoridades que esas dos zonas se sumen al sistema de áreas protegidas de Argentina.
EL MAGNATE NO PUEDE VENDER EL AGUA DULCE.
Cuando las denuncias de los productores agropecuarios ubicados en la inmensidad de los Esteros del Iberá sospechan de una oscura maniobra en las sombras del filántropo multimillonario Douglas Tompkins, detrás del Plan de Manejo que pretende implementar la Fundación Ecos, más voces se suman a la vertiginosa polémica.
Al repudio que propiciaran más de 500 productores en la Sociedad Rural de Mercedes a la entidad ecologista, salió al cruce el apoderado del poderoso norteamericano para responder que "Douglas Tompkins no puede vender el agua porque lo impide la Constitución Nacional" y aseveró que a la larga "él va a demostrar con hechos su intención filantrópica, aunque sea difícil de entender en términos de conservacionismo".
El escribano Jorge Leconte fue el autor de la réplica a las declaraciones que había hecho el productor mercedeño Blas Ferrando que, aunque no puso en duda que despertar el debate sobre el tema en la opinión pública era productivo, también disparó contra los intereses monopolizadores de Tompkins al intentar "apropiarse de nuestras aguas".
Por otra parte indicó que su apoderado "no financia la Fundación Ecos" y agregó que le parecen "injustos algunos de los conceptos" que se emitieron en directo por Sudamericana el pasado jueves, por lo que se decidió a hablar en medio de la polémica.
También señaló que "a la Fundación Ecos la financia el Banco Mundial" y puso de relieve que con el tiempo la gente se dará cuenta de las intenciones de Douglas Tompkins: "La idea es que con los hechos se va a demostrar la intención filantrópica, como ocurrió en Chile, donde Tompkins ya donó miles de hectáreas para parques nacionales, siendo por ello muy respetado por los chilenos".
